“Disculpe, pero ponga mensajes para decir «Pasaste tanto tiempo», no es suficiente ! Es inútil. Somos mucho para estar en redes sociales y en TikTok, y es muy adictivo. » Estas frases pronunciadas por un estudiante de secundaria durante una reunión organizada el 7 de febrero en el marco del Consejo Nacional para la Refundación (CNR) en digital, testimonia un llamado a cambiar el modelo de las redes sociales.
Dicen en primer lugar que los jóvenes somos conscientes de lo que TikTok, al igual que otras redes sociales, nos hace para bien y para mal, ya sea para aumentar nuestra capacidad de expresión, para captar nuestra atención o facilitar la difusión de información falsa. Resignado quizás, inconsciente ciertamente no.
Cuando salimos a las redes, componemos entre mil mandatos, beneficios y contradicciones. Intentamos hacer nuestro propio camino, cuestionar su transparencia y, en última instancia, darles poco crédito. Según el último Barómetro de la confianza política del Centro de Investigaciones Políticas Sciences Po (Cevipof), todo tipo de instituciones, profesiones, empresas combinadas, las redes sociales son en lo que los franceses tienen menos confianza (16%).
Una solicitud de control
Entonces, estas oraciones muestran que, conscientes de los límites naturales de nuestro mundo, somos igualmente conscientes de nuestra capacidad de atención. Como suele ocurrir en materia medioambiental, lo que vemos aquí es una persona de este siglo que pide a los responsables que se pongan límites al uso desenfrenado en base a la idea de la abundancia. La causa está tan cerca de la causa medioambiental que autores como Yves Citton abogan Por una ecología de la atención (Umbral, 2014).
Finalmente, “poner mensajes (…) no es suficiente”. Y por una buena razón: conscientes de nuestras adicciones, estamos en la etapa en la que intentamos emanciparnos de ellas. Sin embargo, ¿deberían prohibirse las redes sociales como TikTok? No es en estos términos que se plantea la cuestión.
En primer lugar, porque los usuarios parecen encontrar en las redes un interés al menos potencial y más bien parecen formular un pedido de retomar el control. Y con razón, porque es muy posible que tengamos la mantequilla y el dinero para la mantequilla. En eso también está trabajando Europa, con la puesta en marcha de la regulación europea sobre servicios digitales, que no tiende a la prohibición general de tal o cual servicio sino a su regulación.
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