A sus 97 años, Nicolás Sánchez-Albornoz tiene ojos chispeantes y una memoria vívida. Este lunes 20 de febrero, la nonagenaria está en el centro del homenaje que la Universidad Complutense de Madrid rinde a la Federación Escolar Universitaria (FUE), un sindicato estudiantil que se opone al franquismo bajo la dictadura. En el anfiteatro de la facultad de filosofía, los decanos de varias facultades incendian la memoria de quienes pagaron caro su lucha por la democracia, en la cárcel o en el exilio. O ambos, como en el caso de Nicolás Sánchez-Albornoz.
Aunque, en España, es más conocido por ser el hombre que, en 1948, logró escapar del campo de trabajos forzados del Valle de los caídos. Este enorme complejo religioso, que Franco mandó erigir presos políticos a 50 kilómetros al norte de Madrid en las décadas de 1940 y 1950, es un quebradero de cabeza para el gobierno del socialista Pedro Sánchez.
“Como hijos de exiliados, algunos de nosotros probablemente teníamos aún más razones para querer que el régimen cayera. » Nicolás Sánchez-Albornoz
Desde la entrada en vigor, el 21 de octubre de 2022, de la ley de memoria democrática, que permite investigar las violaciones cometidas durante la guerra civil y el franquismo, este lugar, que sirve de mausoleo al dictador hasta su exhumación, en 2019, está en el centro de un conflicto latente entre derecha e izquierda. La ley prevé hacer una “lugar de memoria democrática” para hacerlo saber “las circunstancias de su construcción” Y «el período histórico del que forma parte», con el fin de “mostrar valores constitucionales y democráticos”.
La Comunidad de Madrid, en poder del Partido Popular (PP, derecha), pretende por su parte catalogarlo como patrimonio cultural para protegerlo de una posible intervención estatal. “Lo ideal sería (el campo de trabajos forzados de) Cuelgamuros desaparece de la superficie de la Tierra y que sus ruinas sirven para explicar lo que fue el franquismo, estima por su parte Nicolás Sánchez-Albornoz. Obviamente tengo una relación especial con Cuelgamuros, ya que allí estuve detenido entre febrero y agosto de 1948…”
En ese momento, este joven estudiante de historia de 22 años era activista de la FUE.. “Como hijos de exiliados, algunos de nosotros probablemente teníamos aún más razones para querer que el régimen cayera”, resume Nicolás Sánchez-Albornoz. Su padre, Claudio, embajador en Portugal cuando estalló la Guerra Civil Española en 1936, primero se exilió en Burdeos con sus hijos. Luego, en 1940, a punto de ser detenido por la Gestapo, este ex ministro republicano viudo huyó a Argentina, donde llegó a ser presidente del gobierno de la República Española en el exilio (1962-1971).
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