IEs complicado hacer sólo ganadores con una reforma que busca ahorrar 12.000 millones de euros al año. De hecho, el análisis de los efectos de la reforma previsional muestra cada vez más que produjo principalmente perdedores, entre los cuales las trabajadoras o empleadas serían las más duramente recibidas. Estos, que parecían imprescindibles durante la pandemia, siguen mal nombrados y no ven mejorar sus condiciones laborales.
El caso de la ayuda a domicilio es emblemático en este sentido. No hay duda sobre la necesidad y la utilidad de cuidar a las personas con pérdida de autonomía: permitirles quedarse en casa a pesar de sus capacidades reducidas tiene efectos particularmente beneficiosos en el sistema hospitalario, las personas que se benefician de esta ayuda son menos referidas. al hospital por el SAMU y con menos frecuencia hospitalizados por los servicios de emergencia.
Sin embargo, esta utilidad colectiva tiene un costo, el cual es asumido por estos empleados. Sus condiciones de trabajo son arduas, exponiéndolos a productos químicos de limpieza del hogar y posturas traumáticas, llevando a los pacientes de la cama a la silla, ayudándolos a caminar o arreglarse. La remuneración sigue siendo muy baja, no solo porque el salario por hora es bajo, sino también porque el tiempo de trabajo retribuido es muy inferior al tiempo dedicado al trabajo, por estar fragmentado entre las distintas personas ayudadas y entremezclado con numerosos tiempos de desplazamiento entre sus domicilios: Según datos del Departamento de Estudios del Ministerio del Trabajo, el promedio de horas de los empleados en las organizaciones de servicios humanos en 2021 fue de 16 horas semanales.
El desenfoque de la ardua
Para las trabajadoras del hogar, la reforma de las pensiones es otro golpe violento a sus condiciones de vida. Las tareas que realizan no permiten que estas mujeres duren hasta los 64 años. Les impondríamos, pues, un paso por el paro, o incluso por la RSA, entre el momento en que, desgastados por este trabajo tan útil a la comunidad, dejarán de ejercerlo, y el momento en que finalmente podrían reclamar la jubilación. ¿Y cuánto tiempo se beneficiarán de ello? Si bien la esperanza de vida ha aumentado, las desigualdades siguen siendo muy altas, y en detrimento de la ayuda a domicilio: El INSEE estima la diferencia de esperanza de vida en ocho años y cuatro meses entre el quintil más rico de las mujeres y el quintil más pobre. Además, la dirección de estudios del ministerio de salud muestra que la variación también es muy fuerte en la proporción de personas fuertemente reducida por invalidez desde el primer año de jubilación.
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