min 2023, la industria textil ya no tiene opción: debe, desde enero, exhibir el origen geográfico de cada uno de sus productos, y especificar los sitios donde se llevó a cabo cada etapa de su fabricación. Los elementos también deben especificar la proporción de materiales reciclados, la presencia de microfibras plásticas y la de materiales peligrosos.
El resto del año promete ser intenso para el sector: los fabricantes deberán mostrar próximamente la eco-puntuación de cada producto, y verán la aplicación de un sistema bonus-malus en función del grado de contaminación que genere su actividad. ¿Cómo se calculará esta puntuación ecológica? Esto es lo que están debatiendo actualmente las empresas textiles y las administraciones públicas. Cada jugador de la moda intenta, lógicamente, hacer oír su voz dentro de estos grupos de trabajo, y las negociaciones resultan laboriosas. Las pequeñas marcas de moda ética se enfrentan a los pesos pesados de moda rapida o el lujo, y defienden a menudo intereses divergentes.
Principal punto de controversia: ¿qué se debe medir exactamente? Evaluar el coste medioambiental de una prenda teniendo en cuenta todas las etapas de su producción parece lógico. Pero, si se queda ahí, este enfoque puede dar resultados sorprendentes: un producto hecho en Francia, fabricado con materiales sostenibles, puede mostrar una huella de carbono menos favorable que una pieza producida en el otro extremo del mundo, en fibras sintéticas. Por qué ? En particular, porque una prenda de buena calidad suele ser más pesada que una prenda barata, porque está hecha de fibras más fuertes. Resultado: su fabricación y su transporte irradian más energía, lo que pesa sobre su “ecoclasificación”.
Hacer que las pruebas sean obligatorias
Es por ello que la metodología de cálculo debe tener en cuenta imperativamente este criterio esencial de la durabilidad, y por tanto de la calidad, de la prenda. La ropa que se puede usar durante mucho tiempo sin deformarse, apelmazarse o desgastarse, no necesitará ser reemplazada rápidamente por sus dueños. También podrían reciclarse o venderse como de segunda mano. Hoy en día, más del 40% de la ropa donada por los occidentales termina en vertederos salvajes en África porque es de tan mala calidad que nadie acepta compras de segunda mano.
Calcular la durabilidad de una prenda requiere proporcionar pruebas de resistencia, realizadas por laboratorios especializados. Estas pruebas son caras, a veces demasiado para las pequeñas empresas del sector. Hacerlas obligatorias para toda la industria equipada para democratizarlas, y sobre todo para brindarle al consumidor una información esencial: ¿cuánto tiempo podrá usar su prenda?
Te queda por leer el 25,82% de este artículo. Lo siguiente es solo para suscriptores.