«La autonomía estratégica es tanto el ADN europeo de Emmanuel Macron como su caballo de batalla más divisivo»

«La autonomía estratégica es tanto el ADN europeo de Emmanuel Macron como su caballo de batalla más divisivo»

Ddos enfoques, dos lugares, dos visiones opuestas. Cuando Emmanuel Macron volvió a la ofensiva sobre el concepto de autonomía estratégica europea, en un discurso pronunciado el martes 11 de abril en La Haya, en los Países Bajos, uno de los seis Estados fundadores de la Unión, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, voló a Washington con un objetivo claramente declarado: aumentar los lazos económicos y de defensa con «nuestro aliado más fuerte»que “garantiza nuestra seguridad en Europa”.

La autonomía estratégica es tanto el ADN del presidente francés como su caballo de batalla más divisivo. Las epidérmicas reacciones a las declaraciones que hizo a su regreso de China el sábado 8 de abril para volver a poner en la agenda el tema de la soberanía europea, demostraron hasta qué punto la cuestión sigue siendo inflamable, mientras China se convierte en una superpotencia y Occidente reduce sus filas. contra Rusia

Emmanuel Macron no tiene la paternidad de la autonomía estratégica. La expresión apareció en la jerga de Bruselas en 2013, en relación con la industria de defensa, luego se incorporó al documento de «estrategia global» de la Unión Europea en 2016. Pero es él quien, desde su primer discurso de apertura sobre Europa en la Sorbona en 2017, buscó convertirla en un marcador de la construcción europea, con este argumento: en un mundo cada vez más complejo y amenazante, Europa debe dotarse de los medios para afirmarse como potencia.

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En ese momento, Macron experimentó una apariencia de estado de gracia entre sus socios europeos. Era el visionario, el recién llegado que podía dar un segundo aire al proyecto sacudido por la ola populista. Incluso aureolado por esta esperanza, pronto tropezó con profundas reservas sobre la idea de una autonomía estratégica: la canciller alemana, Angela Merkel, ni siquiera le prestó atención, los países de Europa Central y del Este lo vieron como un rojo peligroso. trapo destinado a alejar a los Estados Unidos, los suecos, los holandeses y muchos otros sospechaban que otro francés convertiría a Europa en un bastión galo gobernado en secreto desde París.

Riesgo de “vasallaje”

El estado de gracia se desvaneció lo suficientemente rápido, pero Macron encontró dos aliados inesperados en su lucha por la autonomía estratégica, rebautizada como soberanía europea para hacerla más digerible: Donald Trump y el Covid-19. El primero, al amenazar con echar por tierra el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte que garantiza la defensa colectiva, hace consciente al Viejo Continente de su vulnerabilidad militar si el aliado estadounidense fracasa. La pandemia ha puesto cruelmente al descubierto la dependencia de los europeos de China cuando necesitaban protegerse del virus.

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