El punto común entre el hospital Saint-Vincent-de-Paul, el garaje de la rue Lamarck, al pie del Sacré-Coeur, y la estación de descarga de la SNCF en París 19mi no inmediatamente obvio. El tiempo ? Los materiales ? ¿El arquitecto? Nada de todo esto. En realidad, cada uno de estos lugares ha perdido su propósito original. Los trenes ya no circulan por el pequeño cinturón; los niños se vieron obligados a buscar tratamiento en otro lugar; en cuanto a los parisinos, ya no compran coches. Sin embargo, ninguno de estos edificios entregados, en desuso ha sido demolido. Mejor, en el resucitado. El hangar de ladrillo rojo de TLM está destinado a convertirse en un centro de economía social y solidaria. Los corredores de la clínica Marcel-Lelong, realzados por cuatro niveles, pronto darán servicio a 134 apartamentos firmados por Lacaton y Vassal. Cuando el garaje, rediseñado por la agencia Data, reúne las obsesiones del momento -oficinas, vivienda, gimnasio, espacio logístico- menos el jardín compartido.
En París ya no derribamos, transformamos, no ha dejado de repetir Emmanuel Grégoire, ayudante de urbanismo de la alcaldesa socialista Anne Hidalgo. Destruir debe seguir siendo la excepción. Si miras de cerca, el discurso está más cerca de la realidad. Así lo documenta un trabajo realizado por el Pavillon de l’Arsenal, el centro parisino de urbanismo y arquitectura, que analizó las entre 1.200 y 1.500 autorizaciones de obra emitidas cada año, desde 2020, en la capital. Las tres cuartas partes son solicitudes de transformación de lo existente. Cuarenta y cuatro de estos proyectos, los más emblemáticos, están expuestos hasta el 5 de marzo. “Conservar, Adaptar, Transmitir” –, y muestra este movimiento que, desde hace varios años, está transformando en profundidad la capital sacudiendo décadas de forma de hacer. Estas operaciones presagian el París del mañana. El primero debe entregarse muy pronto, los demás para 2024, 2025.
No es la primera vez que el equipo del Arsenal se interesa por la transformación de edificios. Sin embargo, la cuestión ambiental nunca ha servido tanto como acicate, señala Alexandre Labasse, para quien esta fue la última exposición desde que se fue para dirigir el Taller de Urbanismo parisino. Conservar emite menos carbono, recuerda el arquitecto Guillaume Meunier, especialista en construcción bioclimática. Un metro cuadrado integrado son 1,5 toneladas de CO2 emitido por cincuenta años, mitad para el edificio, mitad para el uso. Por lo tanto, mantener lo que ya existe significa reducir las emisiones en 750 kilogramos. “Todos estos proyectos demolieron menos del 20% del edificio original”explica Alexandre Labasse.
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