CARTA DEL BENELUX

Costosos viajes a Dubái para el presidente del Parlamento Regional de Valonia, que acabó teniendo que dejar su cargo. Misiones a toda máquina también, y no a bajo costo, para el Secretario de la Asamblea, también acusado de acoso y suspendido de su cargo. Trabajos de renovación de la casa de los parlamentarios valones que deberían costar 46 millones de euros, cuatro veces más que el presupuesto inicial. Por no hablar de los 3 millones de euros para un túnel que impediría a los cargos electos atravesar las dos o tres decenas de metros al aire libre que separan su aparcamiento de su despacho.
En Bruselas, mientras tanto, la revelación de un proyecto que se habría traducido en el pago de una pensión vitalicia a altos funcionarios de la administración regional que han trabajado durante al menos diez años. Y, para hacer un poco más difícil este gran desempaque, la revelación de que los partidos políticos belgas gastaron, en 2022, unos 5 millones de euros para asegurarse su presencia en Facebook e Instagram. Una suma sacada de los 75 millones que el Estado belga concede generosamente a estos partidos y que aporta las tres cuartas partes de sus ingresos. Esta cantidad constituye, en cuanto al número de habitantes, un récord europeo y permite, por ejemplo, a la formación nacionalista flamenca N-VA invertir en bienes inmuebles.
Este partido, empeñado en hacer desaparecer Bélgica en favor de una «confederación» Flandes-Valonia, recibe cada año del Estado belga 11 millones de euros… Al otro lado de la «frontera» lingüística, el PS recibe 8,6 millones euros Y, en general, los activos del partido se han quintuplicado en el espacio de veinte años.
«Un consumado arte de la evasión»
Tom Van Grieken, líder del partido de extrema derecha Vlaams Belang, separatista y xenófobo, pudo gastar más de 363.000 euros solo en 2022 para asegurar su presencia en las redes sociales, a pesar de que la ley sobre financiación de partidos, aprobada en 1989, fue destinado a excluir las formaciones extremistas de su ámbito de aplicación. El éxito de Vlaams Belang en Flandes barrió rápidamente con esta buena idea: como los demás, puede realizar una especie de campaña electoral permanente y hacer propaganda gracias al dinero público.
La ley establece, en efecto, que cada formación tiene al menos un diputado con derecho a una dotación: una cantidad a tanto alzado (unos 185.000 euros), incrementada en una cantidad variable y rechoncha (3,17 euros por voto obtenido). Si la cuenta tiene al menos un senador, éste también recibe 74.000 euros, además de 1,27 euros por voto obtenido. Suficiente para permitir, por ejemplo, que el Partido Laborista de Bélgica (PTB, izquierda radical), gran destructor del sistema capitalista del que los Gafam son sin duda la encarnación suprema, pague durante un año 248.000 euros a Facebook e Instagram para mostrar en su red.
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