Para denunciar los peligros de la minería en los fondos marinos, Greenpeace renueva su enfoque centrándose en un argumento fuerte: la ballena azul (Balaenoptera musculus), el animal más grande del mundo, considerado en peligro de extinción. La ONG publica el martes 14 de febrero un estudio sobre el impacto para varias especies de cetáceos, de la extracción de minerales en las profundidades marinas. Destacado en la revista Fronteras de las ciencias marinas, este trabajo proviene del laboratorio de investigación de Greenpeace y la Universidad de Exeter en el Reino Unido. Es leído en particular por investigadores del Instituto Australiano de Ciencias Marinas.
El equipo se basa en particular en el conocimiento actual de la zona Clarion-Clipperton, ubicada entre México y Hawai en el Pacífico. Este es objeto de mucha codicia industrial: hasta la fecha, se trata de diecisiete permisos de exploración en aguas profundas. También es en estos párrafos que en el otoño de 2022, The Metals Company realizó su campaña para cosechar 3.000 toneladas de nódulos polimetálicos a 4.000 metros bajo la superficie, como «prueba permitida».
Además de la ballena azul, al menos veinticinco especies de cetáceos están presentes en esta región que se extiende a lo largo de 11,65 millones de kilómetros cuadrados y se sumerge a una profundidad media de 5.500 metros. Lo demuestran los análisis ecológicos de megapoblaciones obtenidos del Ocean Biodiversity Information System (OBIS) diseñado por la Universidad de Duke en Estados Unidos. Esta base de datos enumera las ballenas barbadas en esta parte del mundo: gris, jorobada, ballena de Bryde, odontocetos llamados ballenas picudas (Cuvier, de Longman, de Blainville, pigmeos), así como varios delfines. Algunas especies son muy raras y están catalogadas como en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN.
Reducción de hábitats
De ser autorizada por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos -una agencia de las Naciones Unidas-, la explotación de recursos minerales en alta mar podría recibir luz verde a partir de este año 2023. Esta industria debería centrarse principalmente en la búsqueda de nódulos en las llanuras abisales, pero también podría apuntar a las costras de ferromanganeso presentes en los montes submarinos. Es por encima de este tipo de relieve que los cetáceos se reúnen, descansan y socializan durante sus migraciones.
Las perturbaciones en el fondo del océano obviamente reducirán los hábitats de la vida silvestre marina y afectarán la cadena alimentaria en su conjunto. Sin embargo, para los cetáceos, es el ruido lo que los autores del estudio ponen por encima de todos los peligros. Porque la actividad extractiva requiere el envío desde el fondo de vehículos teledirigidos, un sistema que succiona grandes cantidades de sedimentos en toda la altura de la columna de agua, que luego tiene que ser devuelto al océano una vez que los minerales son recuperados por la superficie. barco. Los motores y las bombas en funcionamiento constante generan sonidos que viajan hasta varios miles de kilómetros desde su fuente de emisión. “Bombas sumergibles, flujo de lodo y vehículos operados a distancia distribuyen el ruido por toda la columna de agua”explican los investigadores.
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